El legado del Profe Gustavo Alfaro, mucho más que solo fútbol

Por Salim Salemma

Mi amigo y compañero de trabajo, el afamado periodista deportivo Jotita Bernabé, me compartió una información fidedigna sobre una anécdota ocurrida durante una reunión que sostuvo el profesor Gustavo Alfaro con el presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol, Robert Harrison, antes de firmar su contrato como director técnico de la selección nacional, hace menos de un año. El comentario que le hizo el profesor al presidente fue el siguiente: “Paraguay necesita recuperar su identidad”.

Quiero hacer una analogía con el fútbol, porque es mucho más que un deporte: es el reflejo del sentir y la cosmovisión del ser paraguayo. El fútbol en Paraguay corre por las venas de hombres y mujeres desde temprana edad, en canchitas de tierra de los barrios periféricos de Asunción, del interior del país, hasta en los clubes de la alta sociedad. Se practica en colegios públicos y en los más renombrados colegios de la capital, uniendo estratos sociales y géneros. El paraguayo y la paraguaya respiran fútbol. Por este motivo, considero que esta analogía es plenamente aplicable a la gestión empresarial y a las distintas áreas de la comunidad.

Es realmente increíble cómo la selección paraguaya había caído en una serie de traspiés durante más de 15 años, sin poder clasificar a una Copa Mundial. Pasaron grandes directores técnicos por el banquillo, quienes sin duda contaban con capacidad y experiencia en el deporte. Sin embargo, los mismos jugadores que hoy conforman la selección paraguaya habían perdido el rumbo, terminando hace apenas un año en el último lugar de la Copa América 2024, con una de las peores campañas de su historia.

El profesor Gustavo Alfaro llegó con una fórmula clara y definida, quizás “básica” para muchos líderes, pero poderosa: recuperar la esencia no solo del jugador paraguayo, sino del ser paraguayo. Según Alfaro, esta esencia se traduce en espíritu de sacrificio, resiliencia y nobleza. Para muchos expertos, este director técnico logró devolverle a la selección nacional su fortaleza histórica; le devolvió el ADN al equipo. A partir de allí, potenció las habilidades técnicas que ya existían, pero que no habían podido brillar.

Tal es así que, a la tradicional fortaleza defensiva, al juego aéreo y a la capacidad de marca, se sumaron la magia del centro, la cortina y la chilena de Tony Sanabria —venciendo a la campeona del mundo, Argentina—; la pegada de tres dedos de Diego Gómez —ganándole a la pentacampeona Brasil—; y el triple enganche de la joya Julio Enciso, en Barranquilla.

Considero que más que una simple lección de fútbol, el profesor Alfaro deja un legado a la sociedad paraguaya que se puede resumir en los siguientes puntos:

  1. Concentrarnos en nuestra esencia, en nuestro ADN, en aquello que nos hace realmente diferentes, con un sustento histórico de siglos: la fortaleza y resiliencia del pueblo paraguayo.
  2. El respeto profundo hacia el equipo y hacia la historia previa, rasgos esenciales en cualquier forma de liderazgo.
  3. La calidad humana en todo el entorno. El profesor Alfaro es un líder carismático, con un don de gente admirable. Se mezcla con los jóvenes en supermercados, tiene una estupenda relación con periodistas, con la prensa, con la utilería, y ni hablar de su relación con el plantel de jugadores.

Quizás Paraguay no necesita solamente capacidades técnicas ni seguir ciegamente tendencias. Necesita reivindicar su esencia, concentrarse en sus fortalezas, y a partir de ahí, trabajar en sus debilidades. Es fundamental respetar este orden de los factores.

Las tendencias foráneas, sin duda, pueden potenciar nuestro país. Pero previamente, la identidad de nuestros equipos de trabajo y nuestras empresas debe estar bien definida, sólida y abierta al aprendizaje. Desde esa base, podemos sumar todo lo bueno que venga de afuera.

Concluyo diciendo que lo que funciona en otras sociedades no necesariamente funcionará en la nuestra. Y esto no es una apología contra la globalización, sino una reivindicación del orden de prioridades. Es momento de realzar más que nunca las cualidades del pueblo paraguayo: el sacrificio, el trabajo, la resistencia y el patriotismo. Estas virtudes son también aplicables a las empresas. A partir de ahí, desde esa nobleza, podemos abrirnos a aprender nuevas tendencias.

El profesor Alfaro nos deja un legado principal: amarnos a nosotros mismos, amar profundamente nuestra identidad nacional. Y eso, sin lugar a dudas, es mucho más que solo fútbol.