“Individualmente, somos una gota de agua. Juntos, somos un océano” es una frase poderosa que utilizo bastante para integrar a los equipos. Por algún motivo maravilloso, una de las últimas tendencias en cuanto a la gestión empresarial ha sido la importancia de la diversidad y de los perfiles heterogéneos en las compañías. Hace un tiempo, escuche a una gran ejecutiva de una empresa multinacional, defender a capa y espada la importancia de la tolerancia y el respeto a lo distinto, me sorprendió la contundencia con la que se expresaba en defensa de este modelo.
Hay una corriente muy predominante que considera que las nuevas generaciones ya no respetan, que son impuntuales, tienen falta de compromisos, entre otras características. Esta línea remarca que el mundo es un lugar en crisis total y que nunca antes estuvo tan mal la humanidad, versión que es digna de respeto, pero que dista mucho de tener un análisis histórico sólido y objetivo.
En parte, es veraz que las nuevas generaciones tienen otras características, eso es innegable al comparar con las que la antecedieron. En términos de respeto, seguridad y tolerancia, es muy probable que nunca antes en la historia, al menos conocida, estuviéramos mejor. En el año 1600, nace una corriente llamada “La Ilustración” y poco después “El Liberalismo” que viene con un nuevo modelo de ver la vida, literalmente. Posterior a la Revolución Francesa a finales del año 1700, se afianza como modelo y se expande por el mundo, iniciando así un estado moderno como lo conocemos hoy, mostrando que a lo largo de más de 200 años ha seguido avanzando, claro esta, con sus imperfecciones y oportunidades de mejoras.
No existe punto de comparación de lo que era la vida, la educación, los derechos laborales, la dignidad en términos de comodidades básicas, la cantidad de personas que fallecían por la escasez de alimentos, entre otros males que son completamente ajenos a nuestra realidad actual.
En cuanto al trabajo, no existía un salario mínimo y mucho menos horarios ni derechos laborales. Durante la primera ola del feminismo, los derechos de las mujeres fueron parte del liberalismo, el derecho al voto, el derecho a la educación, entre otras cosas muy importantes que tenemos hoy, y a veces podemos pensar que ha sido siempre así.
El respeto por los perfiles distintos también es algo nuevo, que se debe valorar. La humanidad nunca ha sido tan tolerante con lo distinto, independientemente a que tan de cerca nos toque esto, somos beneficiados de alguna manera.
Dicen que un rey muy sabio dijo una vez: “En la multitud de consejos está la sabiduría”, este dicho se le atribuye al Rey Salomón, quien se cree que vivió unos 900 años a. C. Esta frase tiene casi 3000 años y sigue siendo muy vigente muchos años después.
Debemos reconocer que tenemos una tendencia natural a buscar la proximidad a nuestro mismo perfil, personas que nos parecen. El desafío llega cuando empezamos a aplicar esta misma tendencia natural a nuestro trabajo y perdemos la objetividad de que las personas y sus características de pensamiento también son un recurso muy importante. Para exponer otro ejemplo de sabiduría popular: «Pescar, poniendo en el anzuelo tu comida favorita», lo más lógico es intentar pescar con la carnada que le gusta al pez para tener efectividad en este proceso, no es recomendable guiarnos siempre por nuestros gustos y no ver las necesidades que requiere la gestión o el mercado. Si entendemos que todos podemos sumar desde distintos perfiles, los resultados que se pueden alcanzar podrían sorprendernos.
Un técnico informático tiene unas características y un vendedor otras muy distintas, y así debe de ser. Un creativo de marketing tiene otra cosmovisión de la vida que un administrador de empresas. Imagínense lo que sería un administrador de empresas con las características de un comercial, este que carece de precisión y orden, características innatas que tenemos los vendedores en términos generales, o viceversa, un equipo gerencial que esté mayormente formado por perfiles administrativos es probable que sea ordenado, pero que tenga muchas dificultades para crecer en ventas e innovaciones disruptivas. El mix a veces es muy necesario.
Cuando entendemos como líderes que nuestra función en términos empresariales es: “Guiar a las personas en pos de un objetivo, obteniendo el mayor potencial de sus características naturales”.
Celebramos este momento de la humanidad, entendemos la importancia de la diversidad de perfiles y su necesidad para el cumplimiento de los objetivos, pero, ¿cómo avanzamos con perfiles tan distintos entre sí?, ¿será que es una tarea fácil?
La primera vez que mi mente recuerda la palabra “heterogénea” es en el colegio, en la materia de matemáticas. Las fracciones heterogéneas tenían denominadores distintos y, por lo tanto, “no era posible sumar”, para que sea posible realizar la suma se necesitaba algo que le llamábamos “mínimo común múltiplo” que nos proporcionaba algo fundamental para el mensaje que deseo transmitir: «el denominador común», sin este, no avanzábamos en la resolución del problema.
Considero que, como decía el sabio Salomón, “En la multitud de consejos está la sabiduría”, pero no creo que la diversidad sea el destino final del viaje, sino un medio poderoso y trascendental para llegar al resultado. Siguiendo en las matemáticas, otra máxima clara y muy rigurosa era: “El orden de los factores no altera el valor del producto”, en este caso si altera. Primeramente, se debe tener un objetivo común muy claro, esa sí es función del líder, mostrar con claridad cuál es ese objetivo común y en medio de todas estas diferencias de perfiles conseguir que se desarrollen en armonía en función a un objetivo.
Aprendí mucho de una experiencia hace poco más de un año, tuve la oportunidad de ser parte de la construcción de una vivienda con mi equipo de trabajo de la mano de Techo Paraguay, quizá éramos diez o doce integrantes, más los tutores de Techo (con los que entablamos una linda amistad) que eran cinco personas.
En mi equipo de trabajo había hombres y mujeres, de distintas edades, departamentos, algunos muy amigos entre sí y otros no. Ninguno de nosotros éramos constructores, no habíamos construido antes una casa, tampoco hubo una preparación de semanas previas (si en ese momento, una guía muy profesional de los tutores).
Entonces, ¿cómo hicimos?, ¿cuál fue la clave? Estábamos en un barrio carenciado, con una familia que tenía la mirada llena de ilusión y expectativa, mientras comenzábamos la construcción. No había opción, el objetivo estaba muy claro, teníamos que hacer la mejor casa de nuestras vidas en dos días. Créame estimado lector, toda nuestra concentración y esmero estaba puesta en ese objetivo, no había tiempo de diferencias personales, celos y cosas parecidas. Directivos, auxiliares, contadores y vendedores estábamos unidos dando lo mejor de nosotros, otra parte del equipo cocinaba, servían agua, preparaban el tereré, otros traían los materiales.
¿Cuál fue la clave para que un equipo tan heterogéneo logre un objetivo casi imposible por las características de nuestros conocimientos en la materia?
«El denominador/objetivo común», enfocarse en esto, puede ser el gran potenciador de la variedad de perfiles en nuestras empresas.
La diversidad de nuestro equipo heterogéneo sin «el denominador/objetivo común» proporcionado por un líder, puede ser una Torre de Babel.